sábado, 3 de marzo de 2018

Berlinale 2018

Una vez más, como es costumbre en el mes de febrero, mientras el frío viento invernal sopla por las calles de Berlín, se agolpan las multitudes a entrar a los cines de la capital alemana, no sólo refugiándose de la inclemencia del clima, sino para disfrutar de la oferta de películas que este año trae la Berlinale. El festival berlinés comienza unas semanas después que el no menos famoso festival de Sundance, por lo tanto muchas películas estadounidenses que participan en la competencia, si bien no tienen su première mundial aquí en Berlín, tienen al menos su première europea. El resto de las películas, provenientes de todos los rincones del mundo, sí se estrenan aquí en Berlín. Junto a las películas en competencia por los premios del jurado, también se estrenan películas que no compiten por premio alguno, sino que se consideran dignas compañeras del certamen. Si bien en el festival del año pasado hubo blockbusters como Logan, este año hubo películas de producciones más modestas.

El jurado de este año lo encabezó, como presidente, el cineasta alemán Tom Tykwer, conocido por muchos por su película Lola Rennt (Corre Lola Corre), la cual marcó mi adolescencia de gran manera por su particular narrativa, música techno trepidante y carismáticos personajes. Tykwer y el resto del jurado decidieron este año otorgarle los premios a películas que enseñaran lo que pudiera ser el cine del futuro, resultando que el Oso de Oro se lo llevase la película rumana Touch Me Not, una película mitad ficción mitad documental acerca de la sexualidad. Muchos críticos estuvieron en contra de esta decisión y hubiesen apostado todo su dinero en contra de la ganadora. Cabe destacar que esta película es una first feature – la primera película de la directora. 



Pero ahora quiero presentarles las películas que tuve el placer de ver – si bien en algunas la experiencia fue más placentera que en otras. Primero hablaré de aquellas que fueron presentadas fuera de competencia. Una de ellas fue Das schweigende Klassenzimmer (El aula silenciosa), dirigida por Lars Kraume, reconocido director alemán. Basada en hechos reales, trata sobre un grupo de jóvenes en el último año del liceo en la RDA (Alemania del Este) que deciden guardar un minuto de silencio en honor a los caídos en la revolución húngara de 1956. La acción es vista como una protesta política y tiene graves consecuencias para los jóvenes y sus familias. La película se une a la larga lista de obras que estudian la oscura, triste e impresionante historia de Alemania durante el siglo XX y, sin embargo no deja de traer nuevas perspectivas al espectador, ya que sus protagonistas son jóvenes menores de 20 años, una edad que entra de por sí en conflicto con la autoridad, más aún en un país totalitario. Otro de los detalles de la película es que el totalitarismo no sólo era a nivel del Estado, sino en la familia, por ejemplo. 



La otra película fuera de competencia que vi fue The Bookshop (La Librería), de Isabel Coixet, directora catalana que generalmente filma con actores de habla inglesa. Trata sobre una viuda – Florence Green, interpretada por Emiliy Mortimer – que decide abrir una librería en un pueblo costero de Inglaterra, donde aparentemente nadie lee excepto un hombre viejo y ermitaño – Mr. Brundish, interpretado por Bill Nighy – con el cual entabla amistad. La mujer se enfrenta pronto a los intereses de una de las mujeres ricas del pueblo, quien tenía otras intenciones para la casa donde se abrió la librería. Es la primera película de Coixet que veo, así que no he seguido su obra o su trayectoria y, francamente, quedé decepcionado. Coixet no es sólo directora sino que también es la encargada de la cinematografía de sus películas, por lo cual, ella misma es la culpable de malos encuadres de la cámara – en una escena, la protagonista está hablando y sólo podemos ver su rostro de su quijada hacia arriba: ¿qué clase de toma es esa?. En otra escena, la cámara toma un ángulo oblicuo y desde arriba de una conversación, un ángulo propio de distopías o películas de ciencia ficción, pero que en este caso, acompañado de un diálogo no muy rico, causa es sencillamente dudas y preguntas en el espectador. Si bien la película es basada en un libro de Penelope Fitzgerald, en el cual quizás el mensaje sea reflejar las maldades de las comunidades pequeñas inglesas y cómo la sociedad puede destruir los sueños de mujeres emprendedoras, no creo que la película sea exitosa en transmitir ese mensaje. La historia tenía potencial: quizás, por gustos particulares, estaba esperando una película feel-good, como Chocolat de Lasse Halström. ¿Por qué no hacer una historia sobre cómo la llegada de una librería a un pueblo cambia la vida de sus habitantes, los hace descubrir el mundo de la literatura y enriquece el día a día? No, la película se reduce a la amistad de Florence y Mr. Brundish, nadie más se ve afectado. Hay también contradicciones: la niña que ayuda a Florence, repite varias veces durante la película que no le gusta leer, nunca vemos su desarrollo así que para el espectador ella sigue siendo una no-lectora hasta el final, cuando vemos que años después ella también abre una librería. ¿Se puede abrir una librería sin que a uno le guste leer? ¿Cuándo cambió de opinión? ¿Por qué? Por todas estas deficiencias y contradicciones sigo sin entender cómo una película tan mediocre pudo haber ganado tantos Goya: pero ya estamos acostumbrados a que los premios españoles se los den a cualquier cineasta español que haga una película en inglés, como si eso fuera un signo de calidad.

Ahora entro a la sección de películas en competencia. De 25 películas participantes, por motivos de tiempo sólo pude ver 5. De estas 5 he creado mi escala particular y me referiré a ellas de acuerdo al orden que ocupan en esta escala, la cual es completamente personal y subjetiva.



5. Eva (Benoît Jacquot): esta película está colocada en el lugar 5 pues sólo hay 5. Trata sobre un gigoló que contaba entre sus clientes a un dramaturgo y, al presenciar la muerte de éste, decide robar su obra inédita y publicarla bajo su propio nombre. El joven se hace famoso, pero pronto surgen los problemas pues sus editores esperan la siguiente obra de teatro y el joven no puede escribir. Mientras hace un tour con la compañía de teatro, conoce a Eva, una prostituta de primera clase que pronto lo seduce. Por el tema, vemos que es una película más bien sórdida – los protagonistas son un gigoló y una prostituta, aún así no hay ninguna escena de sexo. Sin embargo, es poco creíble que un gigoló pueda hacerse pasar por dramaturgo sin despertar sospechas de sus camaradas. El punto de partida es poco creíble, pero aún aceptándolo, la película deambula entre secretos y mentiras hasta que, como era de esperar, todo se destruye. Tengo sentimientos encontrados con respecto a la actuación de Isabelle Huppert, quien interpreta a Eva. ¿Hasta cuándo la Huppert va a seguir actuando en estos roles de femme fatale, devoradora de hombres, obsesionada del sexo? Recuerdo hace 18 años me impresionó su actuación en La Pianiste de Haneke, su frialdad sobre todo. El año pasado también en Elle de Verhoeven, sus gestos, la crueldad que transmite su mirada y entonación de las palabras, fueron dignas de admiración. Pero ver una vez más a los mismos gestos, la misma frialdad, empieza a cansar. Pienso que la Huppert debe cambiar de personajes para refrescar la imagen que tenemos de ella.



4. Figlia Mia (Laura Bispuri): esta película, filmada con estilo naturalista, de cámara en mano, persiguiendo a las actrices a través de la costa sarda, nos revela al cine italiano contemporáneo y su vena realista heredada de De Sica. La trama bien puede ser tomada de un cuento de Rómulo Gallegos: en un pueblo de Cerdeña, una niña, Vittoria, vive feliz, si bien un poco ostracizada por sus compañeros de clase, con su madre – interpretada de manera magistral por Valeria Golino – y su padre. La vida de todos cambia el momento que la niña se encuentra con una mujer del pueblo de vida irresoluta – interpretada igualmente de manera magistral por Alba Rohrwacher – y comienza a surgir una amistad entre ellas. Sin revelar muchos detalles de la trama, a pocos minutos de comenzar el film el espectador se da cuenta que las mujeres guardan un secreto, un pacto que la niña también descubre y desencadena una serie de eventos. Aparte del naturalismo de la película, que le confiere una característica casi documental, lo mejor de la película son las actuaciones. La fiereza de los ojos azules de Golino es algo que el espectador no puede ignorar. Su resolución de madre responsable y amorosa es perfectamente personificada. En cuanto a Rohrwacher, nos da una actuación compleja, vulnerable, de la cual sentimos en un momento lástima, en otro disgusto, siempre patética. Un duelo de actuaciones de las que son, sin duda, las mejores actrices de Italia en estos momentos.



3. Museo (Alonso Ruizpalacios): justa ganadora del Oso de Plata a mejor guión, la película mexicana protagonizada por Gael García Bernal y Leonardo Ortizgris, es una película sobre criminales que de profesionales tenían muy poco. Trata sobre unos amigos de clase media que deciden robar el tesoro maya de Pakal del museo arqueológico de Ciudad de México. Impresionantemente lo consiguen y el resto de la película es su recorrido por México tratando de vender las reliquias o huir de la policía. Heist movie con la estructura de una road movie, el humor mexicano sale a flote con los diálogos ocurrentes y rápidos, a menudo existenciales, como si se tratase de una película de Tarantino pero sin tomarse tanto en serio. Cabe destacar que la historia es, aunque usted no lo crea, basada en hechos reales, una historia de la cual el propio Gabriel García Márquez quiso escribir una novela, pero renunció al proyecto debido a su indignación con los personajes involucrados, puesto que, para el autor, eran una vergüenza para Latinoamérica. La película, filmada con cinematografía impecable, tiene carácter casi universal: lo importante es el novatazgo de los ladrones, su imbecilidad, su mala suerte. La película nos otorgó con escenas inolvidables: el robo en sí, en el cual los ladrones en completo silencio extraen las reliquias del museo, o también el momento en que ellos creen perder las piezas en Acapulco para encontrarlas en la playa en manos de unos niños que jugaban con ellas en la arena. Entretenimiento de alto nivel.



2. Isle of Dogs (Wes Anderson): la película que inauguró el festival y la que generó más expectativas ya que era el autor más reconocido de los participantes en esta edición. Pues las expectativas fueron cumplidas, pues la película es una obra maestra de la animación. La historia es ambientada en el futuro en un Japón superpoblado en el cual, por miedo a enfermedades, todos los perros son exiliados a una isla que funcionaba como vertedero de basura. Un niño, cuyo perro es también exiliado, decide viajar hasta la isla y buscarlo. En su misión, un grupo de canes, cada uno con su propia personalidad, le ayudan. Como todas las películas de Wes Anderson, son los detalles los que hacen la película: por ejemplo el hecho de que todos los perros hablan en inglés mientras que los humanos en japonés, las pequeñas placas que cada perro tenía colgado de su cuello con sus nombres escritos en ellas, las voces de los perros interpretadas por actores como Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Liev Schreiber, Scarlett Johannson, F. Murray Abraham y Tilda Swinton. Wes Anderson ganó de manera polémica el Oso de Plata a Mejor Dirección, digo polémica puesto que para muchos una película animada tiene menos mérito que una película rodada. Pero es indudable que Isle of Dogs lleva el sello de Wes Anderson: incluso la cámara es colocada en el mismo sitio, con el mismo enfoque y movimiento que en sus películas con humanos como por ejemplo The Royal Tenenbaums o The Grand Budapest Hotel. Las películas animadas sí que necesitan dirección, ¿cómo no reconocer por ejemplo a Miyazaki o a Lasseter? Otra de las virtudes de la película es su música: percusión japonesa que le otorga un dramatismo a cada una de las escenas. En fin, una película para ser vista una y otra vez y disfrutar de esos detalles andersonianos.



1. Las herederas (Marcelo Martinessi): esta película paraguaya, mi ganadora sentimental del Oso de Oro – y no sólo mía sino de muchos de los críticos profesionales – resultó la sorpresa más grata del festival. Un delicado estudio de caracteres, la película trata sobre una pareja lesbiana en las cuales los roles están bien definidos: Chela (interpretada por Ana Brun), es introvertida y de vena artística, Chiquita (interpretada por Margarita Irún) es extrovertida y provee el dinero al hogar. Sus existencias parecen estar bien definidas hasta que Chiquita es enviada a la cárcel por deudas. Esto le permite a Martinessi a hacer un análisis a múltiples niveles: de cómo Chela es capaz de sobrevivir sola, enfrentar a la realidad, tomar el trabajo de taxista y resistir a las tentaciones. También de cómo funciona la clase media alta paraguaya, con sus riquezas venidas a menos y sin embargo intenta mantener sus pretensiones. Otro análisis es el estado de las cárceles en Paraguay: cómo viven las presas, cómo transcurre la vida allí. La mirada que se ofrece en esta película es de alguien que conoce muy bien la realidad latinoamericana pero que es lo suficientemente capaz de abstraerse y mirar desde afuera. Martinessi había participado en años anteriores en Berlinale Talents, una clase de incubadora de talentos para el festival. Es grato recibirlo de vuelta, esta vez con una mirada muy madura. La película ganó el Oso de Plata a mejor actriz para la fantástica Ana Brun, quien encarnó con sobriedad, dignidad y todos los matices que se requería, el personaje de Chela. Las Herederas también ganó el Alfred Bauer Prize que se lo llevan "películas que ofrecen una nueva perspectiva cinematográfica". Es sin duda una película que abre los caminos para futuras películas latinoamericanas, una región del mundo que necesita historias y contar historias, hoy más que nunca.