viernes, 8 de julio de 2016

El incómodo vecino

Desde hace un par de años existe la matriz de opinión de que Nicolás Maduro nació en Colombia y por ello no puede ser presidente de Venezuela. Bajo tal bandera, ciertos sectores de la oposición han acarreado una campaña que no parece disminuirse en el futuro cercano. Muchas personas repiten este rumor sin detenerse a corroborar los hechos, escalando la violencia verbal. Quisiera aclarar los hechos en este espacio.


La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela indica que sólo los venezolanos por nacimiento y sin poseer otra nacionalidad podrán ejercer el cargo de Presidente. Hasta este punto coincidimos todos. Pero muchos no leen los párrafos anteriores, donde se indica cómo se puede ser venezolano por nacimiento. Hay tres formas: haber nacido en el territorio nacional, haber nacido en territorio extranjero teniendo padre y madre venezolanos por nacimiento, o haber nacido en territorio extranjero teniendo al menos un padre venezolano por nacimiento y establecer residencia en el territorio de la República. Por ello el hecho de que Nicolás Maduro haya nacido o no en Cúcuta es irrelevante, el hecho de que su padre era venezolano por nacimiento y de que ha establecido su residencia en el país le otorgan la nacionalidad. No es sabido que Nicolás Maduro tenga la nacionalidad colombiana (entiéndase por esto el hecho de tener pasaporte colombiano), así haya nacido en Colombia, por lo tanto él puede ser presidente de Venezuela.


La nacionalidad no es un derecho, sino un privilegio que otorga el Estado a discreción, de acuerdo a ciertas condiciones. Venezuela, al igual que otras naciones latinoamericanas, es de los pocos países que otorga la nacionalidad por el sencillo hecho de haber nacido en el territorio de la República. En Europa existen extranjeros nacidos en el propio territorio, hijos de inmigrantes, ya que allí las leyes son otras. La nacionalidad es también renunciable en muchos países, entre ellos Venezuela, por ello se puede haber nacido en Venezuela y no ser más venezolano. La identidad es un constructo, la nacionalidad es sólo un documento.


La campaña política por la búsqueda y publicación de la partida de nacimiento de Maduro recuerda mucho a los birthers de Estados Unidos, empeñados en demostrar que Obama no había nacido en Honolulu y por ello quedaba incapacitado para gobernar. El fervor de los birthers era tal, que se declaraban en rebelión y decían que Obama no era su presidente, como si pronunciar esas palabras cambiara algo. Ambas campañas, tanto en Venezuela como en Estados Unidos, son manifestaciones de la apolítica y, en especial, de la xenofobia.


Ese odio al extranjero existe también en Venezuela. Colombia ha sido siempre nuestro incómodo vecino. Quizás todo se remonte a la década de 1820, cuando la Gran Colombia fue creada por un venezolano y sin embargo la capital designada fue Santa Fe de Bogotá en lugar de Caracas. El recelo entre ambos países ha tenido desde entonces momentos álgidos, como la disputa del Golfo durante el gobierno de Luis Herrera. Hoy en día estamos viviendo uno de esos momentos. No son sólo las voces que quieren sacar a Maduro por ser colombiano, sino el gobierno mismo que cierra la frontera con Colombia y declara culpables de la Guerra económica a los colombianos. En las redes sociales corre el venenoso mensaje que los delincuentes que hoy en día asotan Venezuela son los hijos de aquella generación de colombianos llegados durante los años 70 del siglo XX. ¿Quién tiene las estadísticas? ¿Quién puede demostrarlo? Es volver a vivir el Protocolo de los Sabios del Sión, en versión venezolana. Yo soy uno de ellos: mi padre, colombiano, llegó a Venezuela en aquella época buscando un futuro mejor, y ni mi hermano ni yo somos delincuentes. Por ello tales afirmaciones me causan profunda tristeza, pero sé que son sólo pocas voces, aisladas, amargadas, alienadas.


Maduro es quizás el peor presidente que ha existido en la historia democrática de Venezuela, pero tenemos que convencernos de que él no saldrá de su cargo por su lugar de nacimiento. La reconquista de la política como espacio donde el ciudadano pueda hacer valer su opinión, sobre todo en un país donde la libertad de expresión está en entredicho, es uno de los mayores retos de Venezuela. Colombia es y será más que un incómodo vecino, un aliado imprescindible y Venezuela no saldrá de esta situación sin su ayuda.

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